Hoy, mientras me tomaba un cafecito y veía el cielo, me cayó una idea que me voló la cabeza. Es como si una vocecita interna me dijera: «¡Hey, no te olvides de que eres un chingón!» Y, la neta, tiene razón.
A veces, vivimos en automático, haciendo lo que toca, cumpliendo con la chamba, las rutinas, sin darnos cuenta del potencial tan cañón que llevamos dentro. Es como tener un Ferrari en la cochera y seguir manejando un carrito viejo porque nos da miedo sacar la bestia a pasear. Pero, ¿qué sentido tiene? Si tenemos el potencial, es para usarlo, ¿no?
Me puse a pensar en todo lo que he logrado hasta ahora y en todo lo que aún puedo hacer. ¡Y vaya que puedo hacer mucho! Cada vez que me he atrevido a confiar en mis capacidades, he salido adelante, he crecido, y he hecho cosas que nunca imaginé que sería capaz de hacer. Es cuestión de darse cuenta de que todo lo que necesito para lograrlo ya está dentro de mí. No hay que esperar a que alguien venga a darnos permiso o nos diga que somos capaces. Ya lo somos, solo tenemos que creérnoslo.
Es fácil caer en la trampa de la autocrítica, de pensar que no somos lo suficientemente buenos, que nos falta esto o aquello. Pero, ¿sabes qué? Esa voz es un puro ruido que no nos lleva a nada. Al final del día, lo que realmente importa es la confianza en uno mismo. Esa seguridad de decir: «Lo voy a hacer, y si me equivoco, pues aprendo y sigo». Porque, como dicen por ahí, el que no arriesga no gana, y cada riesgo que tomamos es una oportunidad para crecer y desbloquear ese potencial que a veces dejamos escondido.
Así que, hoy decidí que voy a confiar más en mí, en mis habilidades, en mi instinto. Ya basta de dudar o de esperar el momento perfecto, porque ese momento es ahora. No soy el mismo de ayer ni seré el mismo mañana, pero lo que sí sé es que estoy en constante evolución, y eso es lo que hace que tenga un potencial increíble.
Voy a darle gas al Ferrari y ver hasta dónde puedo llegar. Porque, al final del día, confío en mí. ¡Y ese es mi superpoder!


Deja un comentario