Si alguna vez has visto a alguien haciendo Tai Chi, seguro te quedaste hipnotizado. Sus movimientos son fluidos, elegantes y, de alguna manera, transmiten una calma tan profunda que parece que el tiempo se detiene. Quizás ya lo has intentado, o quizás te estás preparando para dar ese primer paso y adentrarte en el arte milenario del Tai Chi Chuan.
Pero aquí va un pequeño secreto que pocos te dicen (y créeme, te cambiará la experiencia por completo): antes de mover siquiera un dedo, necesitas colocarte en “foco abierto”. ¿Por qué? Porque sin esta base, toda tu práctica se queda a medias.
Primero lo primero: ¿qué es el foco abierto?
Imagínate por un segundo que estás mirando un paisaje. Al principio, enfocas en un solo árbol, un detalle específico. Eso es lo que la mayoría de nosotros hace: atención enfocada. Pero ahora, imagina expandir tu mirada. Ves todo el bosque, las montañas a lo lejos, sientes el espacio a tu alrededor. Sin juzgar, sin controlar. Solo percibes todo.
Ese es el foco abierto: una forma de atención relajada, receptiva y consciente que abarca todo lo que está pasando, tanto afuera como adentro de ti. Es estar presente sin presionar. Y sí, eso incluye tu respiración, tus pensamientos, y hasta los sonidos a tu alrededor.
¿Por qué el foco abierto es vital en Tai Chi?
La mayoría de las personas empiezan el Tai Chi con la mente dispersa. “¿Estoy haciendo bien este movimiento?”, “¿Por qué no me siento tan relajado como los demás?”… y ahí es donde todo se rompe. No conectas con tu cuerpo ni con el flujo de energía porque estás demasiado en tu cabeza.
Cuando comienzas en foco abierto:
1. Te relajas de verdad. No hay juicio, no hay perfeccionismo. Solo sientes el momento.
2. Te conectas con el Qi (esa energía vital que es la clave del Tai Chi). Aquí no hay magia, solo un cuerpo relajado y una mente atenta que “escucha” mejor.
3. Fluyes naturalmente. El Tai Chi no se fuerza, se deja suceder. Pero esto solo pasa cuando estás en ese estado de atención expandida.
¿Qué puedes ganar (o perder) con esto?
Si lo logras, toda tu práctica cambia. En serio. El Tai Chi deja de ser una secuencia de movimientos bonitos y se convierte en una meditación en movimiento. Tu cuerpo se suelta, tu mente descansa y el estrés, créeme, empieza a desaparecer casi sin que te des cuenta.
¿El resultado?
• Más equilibrio (físico y mental).
• Más energía (la buena, que te hace sentir despierto y vivo).
• Más paz interna. Porque no se trata solo de mover el cuerpo; es entrenar la mente para estar presente.
Si lo pasas por alto, bueno… el Tai Chi podría sentirse como otro ejercicio cualquiera. Y no digo que esté mal, pero sería como tener una Ferrari y usarla solo para ir a la tienda de la esquina. Pierdes el regalo más grande del Tai Chi: la conexión contigo mismo.
¿Cómo comenzar en foco abierto?
Es más sencillo de lo que piensas:
1. Ponte de pie, cómodo y relajado. No hay prisa. Suelta el cuerpo.
2. Expande tu atención. Percibe el espacio a tu alrededor, los sonidos, tu respiración, todo a la vez. Sin fijarte en nada específico.
3. Siente tu cuerpo. Nota tus pies en el suelo, tu peso equilibrado. No lo controles, solo obsérvalo.
4. Mantén esta sensación al empezar la Forma de Tai Chi Chuan. Si tu mente se enfoca en algo específico, suéltalo suavemente y vuelve a expandir tu atención.
Te lo digo con total honestidad: el foco abierto no solo transforma tu Tai Chi, también cambia la manera en que enfrentas la vida. Dejas de “forzar” todo y empiezas a fluir con lo que está pasando. Así, sin más.
¿Te animas a probarlo? Antes de moverte, simplemente colócate en foco abierto. No tienes nada que perder y, créeme, mucho que ganar.
¡Y ahora sí, que empiece el viaje!

Deja un comentario