El panda que te enseñará más sobre la Navidad que cualquier película de Netflix

Había una vez un panda taoísta llamado Bao que vivía en un pequeño bosque cubierto de nieve. Bao tenía una rutina especial: cada mañana, salía al claro más bonito y hacía tai chi bajo los primeros rayos del sol. Pero lo hacía con un estilo tan… panda. Despacio, tambaleándose un poco, como si estuviera bailando al ritmo de una canción que solo él podía escuchar.

Una mañana, un conejo curioso se le acercó y preguntó:

—¿Por qué pierdes el tiempo moviéndote tan lento cuando podrías estar buscando comida o calentándote?

Bao se detuvo, con esa sonrisa calmada que solo un panda podría tener, y respondió:

—No pierdo el tiempo, pequeño. Estoy encontrándolo.

El conejo frunció el ceño. Bao siguió:

—Cuando hago tai chi, siento cómo la nieve acaricia mis patas, escucho los susurros del bosque y, por un momento, todo el mundo se detiene conmigo. ¿No es eso el regalo perfecto?

El conejo, intrigado pero no del todo convencido, decidió intentarlo. Así que empezó a mover las patas al ritmo de Bao. Al principio, se sintió ridículo, pero luego… sintió algo. La calma, la conexión, como si en esos movimientos lentos estuviera envolviendo cada instante como un regalo para sí mismo.

¿Sabes qué pasó? No pasó nada. No cayeron luces mágicas del cielo, ni llegaron renos con regalos. Pero el conejo nunca volvió a correr sin sentido. Y cada mañana, el claro del bosque se llenaba de más animales queriendo “encontrar el tiempo”.

Así que dime: ¿Qué estás buscando tú en esta Navidad? Porque tal vez, como Bao, no necesitas correr por más cosas, sino aprender a detenerte y disfrutar de lo que ya tienes.

Y, entre tú y yo, ¿no suena eso como el mejor regalo que podrías darte este año?

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