¿Te has sentido alguna vez como si tu cuerpo estuviera dividido en dos equipos que no se hablan entre sí? Como si tus piernas quisieran irse de paseo y tu espalda estuviera más interesada en hacer huelga… Bueno, bienvenido al club. Pero no te preocupes, hoy te voy a contar un secreto que puede cambiar cómo caminas, cómo te paras y hasta cómo envejeces: ¡el cuerpo es como un caballo con jinete! 🐎🧘♂️
El caballo y el jinete: el secreto del equilibrio
Imagínate esto: tus piernas, caderas y abdomen son el caballo —fuertes, estables, potentes. Tu torso, brazos y cabeza son el jinete —ligeros, flexibles, atentos. Si el caballo está débil, se tropieza. Si el jinete está tenso, se cae. Pero si trabajan juntos… ¡voilá! fluyes como agua por la montaña.
En Tai Chi esto no es una metáfora bonita nomás, ¡es pura sabiduría corporal! Y va así: la base fuerte y estable te sostiene; la parte superior se relaja, se adapta, se deja guiar.
El problema moderno: piernas de gelatina y jinetes de concreto
¿Sabías que en países donde la gente todavía se agacha para cocinar, esperar el camión o simplemente descansar, hay menos fracturas de cadera? Porque ahí la gente mantiene vivas las piernas, los tobillos, la fuerza del “caballo”. En cambio, en el mundo moderno… puro sofá, silla de oficina y coche. Las piernas se olvidan de cómo trabajar y ¡pum! una caída y adiós vacaciones.
Y no se diga del jinete… ¿cuántos creen que estar “fit” es tener los hombros como armario de gimnasio? Pero eso no te hace más fuerte, te hace más torpe. En Tai Chi, estar “fit” en la parte de arriba significa estar suave, flexible, conectado. Como un buen jinete: no pesa, no estorba, no impone. Solo siente y responde.
Los tobillos: los héroes olvidados
¿Y los tobillos? Pobres, nadie les hace caso hasta que se doblan como taco blando y nos dejan tirados en el suelo. Pero son los guardianes del equilibrio. Si se fortalecen, tú caminas con confianza hasta por piedras o empedrados. En cambio, si siempre traes tenis ultra acolchados o botas altas, tus tobillos pierden agilidad. ¡Y luego vienen las caídas, los dolores y las quejas!
¿La solución? Camina como si tu vida dependiera de ello
Y tal vez sí depende. Estudios muestran que quienes se sientan más de 3 horas al día mueren antes. Literal. El cuerpo fue hecho para moverse. Así que, en lugar de ir directo al gym a inflarte como globo de feria, mejor empieza con lo más simple: camina, párate, siéntate en el piso, vuelve a levantarte.
Eso es Tai Chi. Eso es sabiduría antigua. Y no necesitas equipo, ni membresía, ni entrenador de Instagram. Solo necesitas a ti mismo, unas ganas de moverte y el deseo de que tu cuerpo trabaje como una orquesta bien afinada.
Lo que puedes hacer hoy:
Ponte de pie mientras lees esto (ándale). Baja al piso y súbete sin usar las manos. ¿Difícil? ¡Perfecto, ahí tienes tu práctica! Deja los tenis acolchonados un ratito y siente tus pies en el suelo. Camina con la idea de que cada paso nace desde el abdomen. Deja que los brazos floten suaves, como ramas de árbol meciéndose con el viento.
En la Kabbalah, lo masculino (lo que sostiene, el pilar de la derecha) y lo femenino (lo que fluye, el pilar izquierdo) se necesitan mutuamente para que la Luz se revele. En el Tao, la rigidez es de la muerte y la flexibilidad es de la vida. Pues así mismo es tu cuerpo: piernas fuertes y torso flexible = flujo de Qi, salud, longevidad y ¡menos caídas!
Así que ya sabes, cuate: trabaja al caballo, relaja al jinete, camina tu peso, y deja que tu cuerpo se convierta en un poema en movimiento. 🌿
¿Listo para montar tu caballo interno y galopar hacia una vida más consciente?
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