El Otro en Tai Chi: El Arte de Tomar Posición Desde el Centro

“En Tai Chi, siempre hay un adversario cuya presencia nos ayuda a enfocarnos.”

El valor de tener un Otro: ese espejo que nos revela

¿Alguna vez has sentido que incluso cuando estás solo, hay algo —o alguien— que te acompaña? Eso que en Tai Chi llamamos El Otro, no es solo un contrincante físico: es una presencia simbólica, un recordatorio constante de que nunca estamos aislados del todo. Ya sea una persona, una situación difícil, una emoción o incluso el propio vacío, siempre hay algo que nos hace afinar la percepción, el equilibrio, la intención y la respuesta. Y eso, es un regalo.

Aquí ya aplicamos el principio de reciprocidad: el Otro no es nuestro enemigo, es un maestro disfrazado, alguien que nos devuelve el enfoque, que nos da claridad y nos obliga a crecer.

En Tai Chi, el Otro nos forma. En la vida, también.

El Tai Chi no se trata solo de aprender formas hermosas y fluir con el viento. Se trata de relación, de encuentro. De aprender a estar con el Otro. Como en los ejercicios de Empuje de Manos (Tui Shou), en donde sin hablar, dos cuerpos aprenden a escuchar, a ceder, a sostenerse, a anticiparse. Este principio no desaparece cuando estás solo practicando: el Otro está presente, aunque sea invisible. Puede ser tu sombra, tus emociones, tu historia, tu entorno.

Ahí entra el principio de consistencia: en Tai Chi, siempre practicamos para responder con conciencia. Esa constancia crea carácter.

¿Te suena Carlos Castaneda? Él hablaba de la necesidad de tener un oponente digno para que nuestras habilidades no se vuelvan flojas. En Tai Chi esto es literal: cada postura se diseña para tener dirección, sentido, respuesta. No es coreografía, es estrategia energética. El arte exige que nos ubiquemos con precisión, como si estuviéramos siempre listos ante un posible empujón del mundo.

Y hablando de ejemplos potentes, el texto nos regala uno hermoso: los Dog Soldiers de la tribu Cheyenne. Guerreros que, en medio de la batalla, se amarraban con una correa a una estaca clavada al suelo. Y ahí se quedaban luchando hasta el final. Ese tipo de compromiso, esa postura radical frente a la vida, es lo que el Tai Chi busca que practiquemos todos los días: tomar posición.

Ahí aplicamos prueba social y autoridad: sabiduría indígena, historia de guerra, filosofía marcial y energética… todo converge para darnos una lección actual.

Porque tú también tienes un Otro

Todos vivimos en relación. Con nuestros padres, hijos, parejas, vecinos, el tráfico, el clima, el cuerpo, el tiempo, el pasado… Siempre hay Otro. Y mientras más lo ignoremos, más nos desestabiliza. Pero si lo tomamos en cuenta con atención, sensibilidad y corazón, como dice el texto, nos volvemos como el joven Cheyenne con su estaca en el suelo: firmes, centrados, sin miedo.

Aquí entra el principio de simpatía: todos hemos sentido esa necesidad de estar en paz, de no reaccionar con agresión o paranoia, de estar bien plantados. Este mensaje conecta porque todos lo hemos vivido.

Necesitamos entrenar para tomar posición

Vivimos en un mundo que empuja, distrae, grita y exige. Si no practicamos cómo responder con calma y precisión, reaccionamos desde el miedo o el impulso. El Tai Chi nos entrena para lo contrario: para actuar con firmeza sin perder el equilibrio interno. Es una práctica que, como dice el texto, no es de explosiones de adrenalina, sino de compromiso sostenido, como una maratón silenciosa de consciencia.

Este es el momento para usar el principio de escasez: si no entrenamos hoy, si no tomamos esa postura ahora, la vida misma lo hará por nosotros… y no siempre con suavidad.

Tomar posición no es aferrarse ni pelear con el mundo. Es estar tan centrado, tan en equilibrio contigo mismo, que puedas decir: aquí estoy, aquí respiro, aquí me sostengo. No por testarudez, sino porque entendiste que tu vida vale tanto como para defender ese pequeño espacio bajo tus pies.

Y en eso, querido lector, todos somos como el joven Cheyenne. Guerreros suaves. Guerreros de centro. Guerreros del ahora.

Deja un comentario