El Taiji no es solo una serie de movimientos elegantes o un ejercicio físico con beneficios terapéuticos. Es, ante todo, una filosofía viva que busca mostrarnos cómo funciona el universo y cómo ese mismo ritmo cósmico late dentro de nuestro cuerpo. Por eso, cada vez que exploramos sus diagramas y desarrollos posteriores, como las 128 Figuras, nos acercamos a una cartografía secreta: un mapa simbólico que conecta el origen del universo con la práctica diaria del Taijiquan.
Del Wuji al Taiji: la raíz del camino
Todo comienza en el Wuji, el Vacío Último, un estado donde no hay forma ni diferenciación, pero que contiene la potencia de todo lo que existe. De ese Wuji surge el Taiji, la manifestación de los extremos supremos: yin y yang. El objetivo del practicante de Taiji no es acumular técnicas, sino integrar estas dos polaridades y, finalmente, regresar al Wuji. El diagrama de las 128 Figuras se entiende como una manifestación de este proceso: no es un añadido decorativo, sino la prueba de que el Taiji mismo sigue “dando a luz” estructuras cada vez más detalladas que ayudan a comprender y experimentar el camino de regreso a la unidad.
Yin y Yang: el código binario del cosmos
Las 128 Figuras no son abstracciones arbitrarias. Están construidas sobre la lógica pura del yin y el yang distribuidos en configuraciones de círculos concéntricos. Cada distribución —ya sea 32/32, 16/16, 8/8, y así sucesivamente hasta llegar al 1/1— simboliza cómo el universo y la vida misma se sostienen en la alternancia de opuestos complementarios. En palabras del Dao: “Un yin y un yang constituyen el curso de las cosas”. La práctica del Taiji nos invita a reconocer esa alternancia dentro del cuerpo y la mente, y a usarla como puente para reconectar con nuestras raíces más profundas.
De los 64 Hexagramas a las 128 Figuras: expansión del cambio
El sistema clásico explica la progresión: del Taiji nacen las Dos Formas (Liang-yi), luego los Cuatro Símbolos (Si-xiang), después los Ocho Trigramas (Ba-gua), y al duplicarlos, los 64 Hexagramas. Las 128 Figuras se presentan justo después de este nivel, lo que indica que son una expansión necesaria: un refinamiento que lleva los hexagramas a una compatibilidad más amplia. Si los 64 Hexagramas ya eran un espejo de los cambios del cosmos, las 128 Figuras son un lente de aumento que revela un entramado aún más detallado de esos cambios.
El I Ching: fuente y brújula
Nada de esto se entiende sin el I Ching, el Libro de los Cambios. Sus enseñanzas muestran cómo el cielo, la tierra, la montaña, el lago, el trueno, el viento, el agua y el fuego interactúan sin destruirse, transformando constantemente la realidad. El diagrama de las 128 Figuras no es más que una traducción gráfica de esta lógica, puesta al servicio del Taijiquan. Practicar Taiji con esta conciencia significa que cada movimiento no es un gesto aislado, sino la puesta en acción de las leyes universales que rigen el cambio.
El Enrollado de Seda: energía en espiral
Aunque no se mencione explícitamente, la conexión con el método de enrollado de seda (Chan-sijing) es evidente. El diagrama de las 64 Figuras ya mostraba cómo los círculos y estratos se relacionan con la circulación del qi, la sangre, la esencia y el espíritu. Las 128 Figuras, como desarrollo posterior, sugieren un nivel de refinamiento mayor: un manual oculto que describe con más precisión cómo la energía debe circular en el cuerpo, igual que un río que encuentra nuevos afluentes y profundidades.
Conclusión: una brújula para la maestría
Las 128 Figuras no son un capricho numérico ni una rareza de la tradición Chen. Son un mapa que muestra cómo del Wuji y el Taiji se despliega toda la realidad, cómo el yin y el yang gobiernan cada transformación, y cómo el I Ching nos ofrece las claves para descifrar ese proceso. Al integrarlas en la práctica del Taijiquan, el practicante no solo perfecciona sus técnicas: se convierte en un explorador del cambio mismo. En un mundo que vive atrapado en la dispersión, la urgencia de regresar a la unidad primordial es más real que nunca. Las 128 Figuras nos recuerdan que el Taiji no termina en los movimientos visibles, sino que abre una puerta hacia el origen y la completitud.


Deja un comentario